ENTREVISTA A DOUGLAS A. MARTIN, AUTOR DE "ESBOZO DE MI AMANTE" (SEXTO PISO)

ENTREVISTA A DOUGLAS A. MARTIN, AUTOR DE "ESBOZO DE MI AMANTE" (SEXTO PISO)

Esbozo de mi amante es una novela de autoficción, ciertamente redentora, que habla sobre la culpa.

Entrevista: Susana Alfonso

 

¿Estamos ante una autoficción? ¿Qué le movió a escribirla?

Si por autoficción nos referimos a la obra más famosa de Marguerite Duras, sí. En cierto modo, podría decirse que el libro encaja en esa categoría, aunque en el momento en el que lo estaba escribiendo, la clasificación no tenía la atención que tiene ahora. Si hubiera habido en las librerías de mi entorno Knausgaard o algún escritor similar, apuesto a que habría hecho lo que siempre he hecho, y habría trabajado entonces tanto con lo dado por la forma como contra sus estándares. Para mí hay una diferencia entre la autoficción y la novela autobiográfica, que también he hecho, aunque este libro es menos esto último. Es más bien una obra de contención.

Empezando a escribir como poeta, me he preguntado durante mucho tiempo por qué importaba con una novela, o una narración, si era «verdadera» o no, entendiendo la forma en que la temporalidad compone la verdad y cómo la elección gradúa el valor.

Dicho esto, mi motivación era que era lo único que en ese momento me sentía capaz de escribir, lo único para lo que quería levantarme por la mañana.

¿Ha servido la escritura de esta novela para redimirse?

Fue el primer libro que escribí que realmente le importaba a la gente y en la forma en que se pueden confundir las dos cosas, lo que uno hace y lo que uno es, se podría decir que sí. En el momento de mi vida en que lo escribí, sentía que yo había perdido cualquier valor.

¿Qué papel juega la culpa en esta historia?

Para mí, sin duda, hay aspectos de la culpa católica. Aun así, lo enfocaré en términos de personajes de una historia más que de personas que estuvieron o están en mi vida, personas que tuvieron roles análogos, mis modelos, por así decirlo. Tal vez el narrador se sienta culpable de alguna forma por haber escapado de su infancia o incluso por haber sido valorado como lo fue en algunos momentos por el amante, y por eso su disolución es una especie de profecía autocumplida, muy parecida a su determinación de crear este amor.

¿Qué lugar ocupa para usted el éxito?

Sinceramente, no siento que haya llegado a él. Me resulta más fácil percibir lo que han sido algunos logros relacionados, pensar en esa balanza.

Ha sido un placer enorme publicar un libro, sin importar las cifras que pueda sacar, o las cifras de un adelanto, el prestigio de la editorial, lo que me ayuda a avanzar, y lo que me ha permitido también encontrar algo de trabajo como escritor. Con esto último me refiero casi exclusivamente a la docencia, aunque este logro o éxito sigue siendo una evaluación y negociación periódica de contratos.

¿Suele la realidad superar la ficción?

La realidad contribuye a la ficción y permite que se pueda vivir esta.

Ambas se acompañan y cada una concede a la otra su importancia, sus ámbitos.

¿En qué medida las situaciones difíciles de la vida son más literarias que las alegrías? ¿Cualquier vida es ficcional?

Creo que esto es una cuestión de duración y dilatación, de relación con el tiempo. Lo literario puede aliviar lo uno mientras que para lo otro solo se siente como un silenciamiento, una atenuación, de lo que fue en un instante la vivacidad.

En cierto sentido, la ficción se convierte entonces en una aproximación al espectro del ser real.

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