ENTREVISTA A JESÚS TERRÉS, AUTOR DE «BUSCABA LA BELLEZA» (DESTINO)

ENTREVISTA A JESÚS TERRÉS, AUTOR DE «BUSCABA LA BELLEZA» (DESTINO)

Buscar la belleza es un libro lleno de verdad, ternura y esperanza, donde una prosa poética acaricia nuestros sentidos y nos invita a aceptar el «dolor» como parte de nosotros.
TEXTO: SUSANA ALFONSO

Jesús, ¿podríamos decir que estamos ante una autoficción? ¿Qué has pretendido con esta novela?

La verdad es que me aburren las etiquetas. Lo único importante es escribir no la verdad, pero sí desde la verdad. Aquí pienso como Annie Ernaux: «No se trata de si es mejor recordar o inventar. Es un falso problema. Lo importante es escribir la verdad. La forma que se adopte, ficción, autoficción, biografía o no ficción, no es lo importante. Es la verdad».

«Es imposible vivir sin mirar, no hay júbilo sin tristeza».

¿Te ha resultado terapéutico escribirla?

No. Escribir es escribir, terapia es terapia. Sin lo segundo hubiese sido imposible lo primero. Ha sido doloroso, ha sido como encender un fuego en la memoria, ha sido necesario, pero no terapéutico.

¿Cuál es el mayor aprendizaje que has vivido durante estos años y a través del libro?

Que es imposible vivir sin mirar, que no hay júbilo sin tristeza, que no hay que intentar esquivar la pena, porque no es posible.

«Vivir es aceptar las heridas».

Esa búsqueda de la belleza de la que hablas ¿es tu forma particular de referirte a las dos caras de la vida, a la felicidad?

Exactamente eso es. La vida son las dos cosas. La luz pero también las sombras, lo nuevo pero también lo viejo. Vivir es aceptar las heridas.

Se dan varias definiciones de «belleza» tanto materiales como espirituales. ¿Cuál sería la tuya?

Me siento muy cómodo, de un tiempo a esta parte, con lo que escribió Keats: «La belleza es verdad; la verdad, belleza. Esto es todo lo que necesitas saber».

«Pretender salvarse del dolor es el error, hay que aceptarlo, darle cobijo, cuidarlo porque forma parte de nosotros».

¿La belleza se encuentra también para ti en los momentos e imágenes frágiles y dolorosas?

Tanto o más que en las otras. Algunos de los momentos más bellos de este año, sin ir más lejos, han sucedido en unos días espesos, en los que rozaba con mis manos el pantano de la tristeza. Es que se está bien allí.

¿Cómo cicatrizan para ti las heridas de vida? ¿Podemos salvarnos del dolor que devasta nuestro interior?

Cicatrizan mirándolos —a nuestros tajos— con ternura, sin juicio, sin pretender (porque es imposible) que no hayan sucedido, sin mirar hacia otro lado, sin meter la mierda bajo la alfombra. Pretender salvarse del dolor es el error, hay que aceptarlo, darle cobijo, cuidarlo porque forma parte de nosotros.

¿Es necesaria la memoria para vivir?

Sin memoria no somos más que ruido.

«En la niñez nos regalan las llaves del reino, la infancia nos regala el mundo. Renuncié a ese reino pensando que habría otros por conquistar. Me equivoqué». ¿Prescindimos a veces de vivir engañándonos en que nos queda el mañana?

Vivimos pendientes del ayer —o quizá todavía peor— pendientes de lo que será. Pensamos que el deseo habita en lo que no tenemos, en un mañana posible, qué tontería: si solo tenemos este ahora.

«Pero en algún momento ha de comenzar la caída, en algún punto exacto del tiempo la grieta se hace zanja. En algún momento la sombra se hace verbo»…

Los primeros pasos hacia ese bosque sombrío que es la depresión nunca son obvios. Lamentablemente. Pero llega un día en que ya no puedes no ver al elefante en la habitación. Es cuando la sombra se hace verbo.

«Sin educación no somos más que ruido».

 «Mi pena era una lumbre y yo le quité el oxígeno hasta matarla, porque también la pena necesita vivir». ¿El dolor también encierra luz?

El dolor lo que necesita es espacio, oxígeno, tierra sobre la que medrar. Si no se enquistará —y la pena enquistada no hay quien la cure.

«Todo lo que no es señal es ruido»…

Todo lo que no es señal es ruido, todo lo que no es grano es paja, todo lo que es verdad es mentira.

¿Cuál es «el amor de bomba atómica»?

Dicen (yo no lo sé) que el de un padre (o una madre) a un hijo. Yo creo más bien que el amor o es de bomba atómica o sencillamente no es. Lo otro es cariño, ternura, conveniencia.

«¿Debemos respetar un círculo imaginario (como el de los barcos fondeados) para que no colisionen nuestros mundos?». Que bonita metáfora para hablar del respeto…

El círculo de borneo, «el círculo imaginario que necesita cada barco para describir su circunferencia cuando rola el viento. Debe ser respetado en los fondeaderos, para evitar la colisión entre dos embarcaciones». Cada día lo tengo más claro —el respeto (empezando por escuchar al otro) es el lenguaje más importante. Sin educación no somos más que ruido.

A veces vivimos ¿«cómo sería vivir» sin vivir?

Siempre que nos dejamos arrastrar por lo urgente. Que es demasiado a menudo.

-«Dejar que el dolor te rompa el pecho, entender que no hay júbilo sin tristeza, abrazar el abismo de la pérdida, quemarte por culpa de tanto querer, dejar que duela la memoria…».

¿De dónde surge ese este estilo poético que planea a lo largo de toda la novela? ¿Escribes poesía?

Leo muchísima poesía. Algún tiento le he dado, sí. Ya veremos si un día las publico. Pero lo dicho, cada vez le veo menos sentido a las cajas, me gusta encontrar poesía en la prosa. Me gusta la música. Me gustan, vaya, los buenos libros.

 

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