La madre del frío es un thriller que combina la rica tradición de leyendas y mitología gallega con una trama negra. Será presentada en el Golem Fest el sábado 18 de noviembre a las 12:50 en el Auditorio Joan Plaça (Jardín Botánico).
Texto: Susana Alonso
¿Cómo surge este último libro?
Estaba empezando a escribir otra novela y el personaje de Xan Borrasca se me impuso: un detective de lo oculto que no quiere sus poderes porque le hacen daño a él y a otras personas, y que vive en Ferrol y comarca, de donde yo soy. Ese fue el principio.
¿Qué te atrae de los casos paranormales?
Me atrae mucho el folclore, el gallego en particular. También me gustan las historias en las que la membrana entre este lado y el otro se vuelve permeable. Me parece que la ficción paranormal aporta diversión, si te gusta que te asusten. Además, propone reflexiones que la novela realista no suele plantear. Habla de la vida y la muerte, del miedo, del espíritu. De lo importante.
¿Crees en lo sobrenatural? ¿Qué papel juega en la novela?
Creo firmemente en lo sobrenatural. En la novela juega un papel fundamental. No tiene una presencia ambigua, velada, como muchas novelas modernas, que no se atreven a plantear lo paranormal de manera franca, y convierten el terror en algo meramente psicológico («los fantasmas no existen, son nuestros traumas», y esas cosas). Los personajes de mi novela saben que existen en un mundo en gran parte inexplicable y misterioso, que no solo es material, y aceptan vivir en él con todas las consecuencias.
«No es una fantasía al uso porque es casi realismo mágico. No plantea un mundo diferente, con otras reglas, sino la existencia de otro plano en el que viven seres que entran y salen del nuestro».
¿Ante qué tipo de thriller estamos con La madre del frío?
Es un thriller protagonizado por héroes que no quisieran estar donde están, que tienen miedo, pero que lo superan para estar al lado de los suyos, para que se haga justicia, aunque sea a costa de la vida. Xan Borrasca es un héroe imperfecto, a veces egoísta, a veces torpe, que nos da razones frecuentes para que le cojamos manía, pero a la hora de la verdad aprieta los dientes y arrima el hombro, aunque tenga que sudar sangre para aguantar el tipo.
¿Puedes contarnos a qué obedece el título?
La madre del frío es un personaje de la novela. Un personaje misterioso, cuya identidad no se desvela hasta el final. Es quien mueve las piezas del drama.
¿Has tenido que realizar algún tipo de investigación para enfrentarte a escribir esta novela?
He leído muchas novelas de detectives de lo oculto y libros de folclore y tradiciones gallegas, así que ha sido una investigación divertidísima y muy fértil.
«Hay una reivindicación de la variedad y la riqueza de la Creación. La rareza es una cuestión estadística: lo raro es lo infrecuente…»
Se dice que no estamos ante una fantasía al uso, ¿a qué te refieres?
No es una fantasía al uso porque es casi realismo mágico. No plantea un mundo diferente, con otras reglas, sino la existencia de otro plano en el que viven seres que entran y salen del nuestro. Al final, es el mundo en el que vivíamos no hace tanto tiempo, el mundo de nuestros abuelos. El mundo real, aunque ahora nos creamos superiores que nuestros antepasados porque no somos capaces de percibir, entender y asimilar lo que ellos.
¿Qué papel juega la tradición y los mitos gallegos?
Fundamental. En mi aldea hay gente que ha visto a la Santa Compaña. Gente fiable, que no miente, que todavía sufre cuando lo cuenta. Yo quería reflejar ese mundo tan rico, que se va perdiendo por el efecto devastador de la modernidad y de la homogeneización global. Ya no vemos a la Santa Compaña porque estamos viendo las mismas series que otros mil millones de personas en todo el mundo.
Al parecer en esta historia subyace una reivindicación de la «gente rara».
Así es. Hay una reivindicación de la variedad y la riqueza de la Creación. La rareza es una cuestión estadística: lo raro es lo infrecuente, pero nada más. Me niego a darle un matiz diferente. Al final, todo lo que da la naturaleza es natural, por definición. La modernidad en eso es espantosa: cada vez somos más individualistas, pero a la vez más iguales. A mí me gusta la gente que tiene personalidad sin proponérselo, la gente que no piensa en ser así o asá, sino que es, con naturalidad, aun a riesgo de resultar extravagante o ridícula. Los personajes de mi novela son así. Interesantes.